08 Mar
08Mar

El siguiente texto fue publicado originalmente en el número de invierno del Fanzine Zeptentrión, y hoy les es compartido con el permiso del autor

En esta ocasión, me toca escribir para este tremendo fanzine con el fin de expresar algo que me he estado cuestionando en estos ya 5 años de estudios en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

He pasado ya 11 semestres asistiendo de manera regular al ICSA, he tenido muchas etapas durante este periodo al momento de observar la universidad, los edificios, espacios verdes y demás infraestructura de la máxima casa de estudios. Fue una verdadera sorpresa toparme con un instituto tan bonito - decía yo-  era maravilloso que tuviera una biblioteca tan amplia y no un cuartito con libros, tener salón con ese look de oficina que me hacía sentir la seriedad de estudiar historia, que la calefacción funcionara y tener una salita con sillones negros. Era todo maravilla, incluso cuando descubrí que nadie te regañaba por dormirte en los silloncitos de la biblioteca, lujo tras lujo.

Aquí me voy a quedar a vivir –decía yo-, pero no fue como por alturas del 5to semestre donde desafortunadamente tuve que considerar la opción de trabajar en una maquila y para mi mal momento, trabajaría en un tercer turno, fue algo cansado dedicarme a trabajar y estudiar, que existen muchos que presumen que lo hicieron o que gritan a todo público que valen mucho por trabajar y estudiar de manera extenuante, pues bien por ellos, yo no lo presumiría, pero me enseñó mucho ese jale que me fleté.

Un día llegando de manera puntual a una clase impartida por un doctor, me tocó estacionarme en el parqueadero de atrás del ICSA (ese espacio llano que se llena increíblemente) y caminando rumbo a mi edificio, me tocó observar ese conjunto de edificios de esta zona del ICSA, el edificio X, V, T y el nuevo Y pero por su parte trasera, por un momento me quedé en shock cuando le encontré un similar parecido a la maquiladora en la que en ese entonces trabajaba, y el parecido era bastante: los ductos, las ventanas de tipo oficina, la forma plana y acartonada con colores tenues, los ductos amarillos escondidos entre el área verde, las maquinitas de la felicidad donde te venden una bendita coca cola, las escaleras de emergencia, todo, prácticamente todo.

Me dolió tanto, lo vi todo distinto, me enojé mucho, pero continúe como cuando iba a la maquila y veía algo que no me gustaba durante el turno.

A lo que principalmente voy, es al título social que se carga la universidad y que les presume a sus usuarios. La máxima casa de estudios, casa de estudios, casa. ¿Qué chingados tiene de casa? Que se entiende por casa, para no irnos al mundo del análisis multidisciplinario y de manera breve, una casa según la RAE es:

1. f. Edificio para habitar. Una casa de ocho plantas.

2. f. Edificio de una o pocas plantas destinado a vivienda unifamiliar, en oposición a piso. Quieren vender el piso y comprarse una casa.

3. f. piso (‖ vivienda). Mi casa está en el 3.º C.

4. f. Edificio, mobiliario, régimen de vida, etc., de alguien. Echo de menos las comodidades de casa.

5. f. familia (‖ grupo de personas emparentadas entre sí).

6. f. Descendencia o linaje que tiene un mismo apellido y viene del mismo origen.

ETC.

La casa entonces está relacionada con una cuestión que como diría Proudhon, es un derecho natural. Todos los términos relacionados al concepto de casa expresan ese papel de hogar, vivienda, lugar de recreación y esparcimiento, el lugar donde uno encuentra comodidad, reposa, duerme, come, se baña, etc. entonces si esta palabra tiene más un aspecto social relacionado con la familia, ¿Por qué la universidad se atreve a usar esa palabra? ¿Por qué es una casa? En este inicio de siglo me he dado cuenta que es muy común del ser humano el tener una justificación que no raye dentro de lo ilegal o de lo incomprobable, así que si eres de derecho ya no leas esto…. Na es broma, es sólo que no me interesa el término legal para poder llamarla casa, guacal o congal, más bien enfocarnos al significado más asociado con esta palabra, hogar.

Lejos de la RAE y sus significados, llegué a preguntar en cierta etapa a un grupo de individuos a los que les pregunté que era una casa para ellos (en su mayoría estudiantes del ICSA) lo relacionaban con hogar, en algunos casos hasta pensaban que eran sinónimos. Entonces, al momento de saber que la UACJ se da el título de máxima casa de estudios, me causa hastío. 

Lejos de ser un hogar, la universidad es una maquila de egresados, esos trámites acartonados de las autoridades donde sólo te demuestran que eres un usuario que entra a un supermercado y escoge los productos que necesita en presentación enlatada, navegando si quiere de pasillo en pasillo, checando optativas y demás servicios, por una módica cantidad poco accesible, que también tiene una justificación legal. Entonces empecemos a comparar que tipo de casa es la UACJ.

La UACJ es un cantón de campos elíseos por ahí cercano a la Tomás Fernández, un cantón donde se te va la onda que estás en un desierto, porque tiene bonitas áreas verdes, pinos y adornos industriales. No será bonita, pero es lo que hay. Si quieres acceder tienes que pasar por requisitos, es por eso que dije que es un cantón de por los campos elíseos, porque es de un fracc privado, si te dejan entrar tienes que pagar un buen, pero a cambio obtienes productos, es como la casa de un burgués que aparte de tener el cantón, lo renta para que algún FreeLancer pueda establecer un negocio, en este caso es como un negocio donde se vendan frutas y verduras, donde el usuario se adentra a buscar una buena fruta con una buena presentación y una buena carta descriptiva en forma de etiqueta, como las etiquetas kosher de los judíos, mientras más extranjera sea su etiqueta más caro será y más interesante lo consideran, pero como buen negocio de frutas y verduras algunos productos están podridos por dentro, o no sirven desde el inicio, o si nadie se lo selecciona son retirados del mercado. Los trámites para poder entrar se parecen a los de costco pero más tediosos y extensos. Con secretarias mal vibrosas que solo pueden ser comparadas con la visita de una tía mal rollo, de esas que solo se ven en ciertas ocasiones, de preferencia malas ocasiones.

Pero como aquí tú eres el invitado a esta casa de estudios, eres el gorrón, por eso te miran mal todos, desde el guardia que te deja entrar, hasta tu tía la secretaria que no te da explicaciones y a veces ni los buenos días. Entonces la UACJ además de ser mitad costco, es mitad hotel. Te alberga y te da ciertas comodidades pero de manera breve, solo en los días que te tienen permitido hospedarte.

Entonces la UACJ sí es una casa, pero la están rentando los dueños equivocados.

Los alumnos lejos de ser considerados como los entes que reformarán la conducta de la ciudad, son más un producto que se reporta en altas cifras cada que se gradúan, y que se presumen ante la sociedad. Es una realidad que la escuela es un lugar para aprender, pero el estandarte es más una necesidad para superarte y ser alguien en la vida, nunca para aprender. Entonces podría decirse que los usuarios que van a consumir a esta empresa solo están pasando por una enorme línea de producción donde a velocidad tanteada se van formando y todos bajo la misma línea, el progreso y ser alguien en la vida. Los productos que consumen son para alterar su metabolismo, sus ideas y sus sueños. Terminan moldeados como si vivieran en una casa llena de personas con costumbres tristes que sólo se justifican diciendo que así es en otros lugares, y que por respeto y necesidad no cuestionamos y nos dedicamos a adoptar estas costumbres.

Pero no se sabe quién es el responsable de reproducir el discurso y defender a capa y escudo que la máxima casa de estudios es evidentemente eso, una casa. Es claro que los maestros cumplen con la labor del pilar moral de la universidad, los consumimos, los agendamos, los agotamos, pero no existe ninguna iniciativa valida por su parte debido a la prudencia laboral, es fácil, los productos distintos son retirados del mercado, ya sea porque los apestan los dueños del mercado o los mismos usuarios del mercadito.

Claro está, los estudiantes no se piensan como producto, si no como empresarios exitosos y que tienen una necesidad de terminar rápido para empezar a trabajar y tener una oficina y un bonito carro y etc. etc. Pero esta misma rapidez en sus estilos de vida comparada solo con los escasos 15 minutos para ingerir comida que contemplan algunos obreros de maquiladora, es la que está afectando todo, ¿Prisa para qué? ¿Necesidad de qué? Es bien sabido que las carencias fronterizas son bastantes y que la propuesta estudiantil de los programas de la universidad abarca los 5 años o más, pero ¿Nosotros hacemos la institución incómoda o nos la están haciendo incómoda?

No vemos a la universidad como una casa y a veces ni si quiera como escuela, ya no se intercambian diálogos entre los alumnos y pareciera que si en la escuela pública no nos hubieran encerrado desde el inicio del turno hasta el final, todos nos hubiéramos ido corriendo a hacer cosas de gente adulta e importante.

Ya no tenemos esos recuerdos donde íbamos a jugar futbol, donde pudiéramos sembrar una buena amistad y cotorrear en la misma institución, la UACJ pudiera ser tantas cosas si nosotros lo quisiéramos. Si solo nos uniéramos, qué nos impediría darle ese toque de casa, llegar poder hacer una fiesta donde todos conviviéramos juntos, sin separarnos los chairos de la gente popof. Donde pudiéramos plantar compostas de miles de plantas y que nos adornaran con sus frutos, donde pudiéramos decorar las aulas, los baños, los edificios, los inmuebles. Donde en lugar de bancas uniformes, fueran sillones que lleváramos, que nos dejaran adornar nuestro nuevo hogar, donde pudiéramos trabajar para generar algún varo, hacer malabar cual semáforo de la esquina y vender nuestros productos artesanales, donde no nos regañen los guardias por querer vender productos nutritivos a precios accesibles. Un espacio donde se expresen las ideas más originales de cada estudiante y que no vea la institución como de paso, si no como de base, que sea un gusto ir, que sea cómodo ir, que sea una verdadera casa, un hogar.

Estos sólo fueron ejemplos breves, pero no quiere decir que todo esté perdido, existe una sala de uso comunal para los alumnos que se ubica en el edificio C conocido como ¨la Pedro¨ pero de ahí en fuera, ¿Qué otro logro de los estudiantes se puede concentrar? Siempre andamos presumiendo nuestros maestros, que leímos esto y que leímos aquello, pero qué demostramos en nuestra institución tan maltratada y golpeada. Si es decadente es porque lo permitimos, si parece industria es porque así lo queremos, es como dejar que le digan casa a la universidad sin que esta lo sea.

La universidad pudiera ser tantas cosas al ser una casa. Quién diría que no pensaría esto hasta que me detuve a observar lo poco bonito que tiene en aquel espacio conocido como ¨la oficina¨ que tiene una mala reputación pero me ha dado buenos recuerdos y buenas amistades, pero de no ser ese nuestro lugar en común no hubiera pensado en las posibilidades que se pueden tener al hablar de una casa universitaria, no faltarán los moralistas que dirán que es sólo un lugar para que se presenten pecados, pero de solo imaginar el día que se arme un gran toquin en la universidad como aquel que observe en la presentación de los altares de muertos en la UNAM, me da una felicidad, vernos a todos juntos asistiendo sin necesidad de considerarlo como una necesidad si no como un gusto, un placer, ir de buenas, ir feliz.

Maldito periodo en el que me tocó vivir,  nada se alcanza de manera gratuita, ni la felicidad. La renta de nuestra casa nos está apartando de ella, el señor barriga de nuestra vecindad no es tan paciente en cuanto a lo de las rentas. No se sabe si te sales corriendo por gusto o porque te desalojaron.

Si la universidad fuera un hogar otra cosa seria, pero lástima que es una casa rentada para ser mercado.

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