18 Aug
18Aug

         El director de Anchorman: The Legend of Ron Burgundy (2004), Adam McKay dio un manazo a la mesa en el año 2015 con la película que quizás sea su obra más importante hasta nuevo aviso: The Big Short o La Gran Apuesta como se le conoció en México. Producida por Dede Gardner y Brad Pitt, distribuida por Paramount Pictures y basada en el libro de Michael Lewis The Big Short: Inside the Doomsday Machine publicado en 2010 en Estados Unidos. Con un reparto conformado por Christian Bale, Ryan Gosling, Brad Pitt y un sorprendente Steve Carell.

Mckay ganó un Óscar por mejor guion adaptado y sin duda es este el que mejor brilla en este thriller/comedia pues su tono burlón logra un equilibrio con los numerosos momentos de tensión. The Big Short narra la experiencia de diversos agentes financieros que vivieron en carne propia el origen de la crisis económica de 2008 que estalló con el colapso del mercado hipotecario estadounidense. Todo comienza cuando el Dr. Michael Burry, quien trabaja como agente financiero de Scion Capital descubre varios años antes la burbuja del mercado hipotecario. Seguro de los sucesos futuros, comienza a comprar Seguros de Impago y apostar contra el, hasta entonces, muy seguro negocio de inmuebles. Su desafío al gigantesco mercado llamó la atención de otros agentes financieros y deciden seguir sus pasos sólo después de entender los rincones más ocultos y complejos del sector.

El corte de la película es a todas luces el de la comedia. Pues no deja de exhibir la idiosincrasia de estos entes de las bolsas de valores muy en la línea de El Lobo de Wall Street (Scorsese, 2013) aunque en un tono más ácido, irónico y menos exagerado. La película busca dar una visión y comprensión realista del fenómeno y para ello, se toma concesiones didácticas con el espectador. Explicando con un formato muy efectivo (Margot Robbie en un jacuzzi) qué es una Permuta de Incumplimiento Crediticio (CDS por sus siglas en inglés), una Hipoteca Subprime o una Obligación colateralizada por deuda (CDO por sus siglas en inglés) entre otros “divertidos”, confusos y muy problemáticos productos financieros. Y aún con toda la dedicación que le dio su director a este aspecto didáctico, resulta en extremo difícil comprender a la primera de que diantres hablan los personajes, sobre todo para quienes no estamos familiarizados con este campo. Y tanto Mckay como la película son consciente de su dificultad y no se reprimen en decirlo abiertamente al público. A la gente que se dedica a esto le importa poco que la mayoría entienda lo que ocurre, es más, entre mayor confusión mejor. Aun cuando este embrollo llegue a sus propias filas.

El gran valor que encuentro en La Gran Apuesta es su contenido moralizante y aleccionador. Suena a locura que alabe esta clase de aspecto en una forma de arte, pero creo que es aquí donde Scorsese suele equivocarse: busca la burla y el mensaje, pero se queda en la exhibición y deja en el aire las implicaciones de lo que ocurre en la pantalla. A veces no logra rebasar el aspecto de entretenimiento para ofrecer una reflexión más profunda.

En este caso, TBS es exigente con su público, los reprende por no querer entender y les echa en cara su irrelevancia en el gran esquema de las cosas. No sólo quiere que se comprenda sino que se aprehenda la naturaleza profundamente perversa del sistema del que todos somos parte, conscientes o no. Ofrece el siguiente mensaje: los poderosos crean cantidades ridículas de dinero de la nada, de forma irresponsable, estúpida, descarada y dirigida irremediablemente a la catástrofe; la cual no genera repercusiones para los culpables, pues el Estado los rescata, los solapa y los mantiene a flote con tu dinero y el de todos los demás. Son los que pagan impuestos y viven del salario mínimo, quienes pierden sus empleos, sus hogares, sus ahorros, sus jubilaciones y cualquier otro beneficio que se ganó con años de estudio y trabajo.

En la cinta este mensaje se lanza tan directamente que no deja otra opción que verlo como un discurso moralizante y aleccionador. La ironía no deja de aparecer pues, así como expresa la importancia de los contribuidores para mantener el injusto sistema, también deja muy en claro que no gozamos de ningún poder, pues los platos rotos los paga la mayoría trabajadora sin su consentimiento y apenas con un aviso de ello.

Creo que este es el elemento más importante, pues no es muy común ver esta clase de discurso moralino entre las producciones más comerciales de Hollywood. En este sentido me recuerda algunos momentos de El Club de la Pelea (Fincher, 1999). La recomiendo harto, su narrativa es dinámica y rápida, las actuaciones cumple mucho (sobre todo en el caso de Bale), deja un amargo sabor a boca cuando se entiende cabalmente y es una cinta que ayuda mucho a entender la fragilidad del régimen en que vivimos.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO