23 Jun
23Jun

            Han pasado unas horas desde que se publicó en Netflix “Latern”, el episodio número 10 de la tercera temporada de Better Call Saul. Quizá algunos no sepan de qué se trata, porque por alguna extraña razón, esta serie no ha impactado tanto a los televidentes como sí lo hizo la serie original en la que está basada, Breaking Bad.

Sí, Better Call Saul es la precuela de la tan aclamada serie protagonizada por Brian Cranston. Ahora, protagonizada por Bob Odenkirk, que da vida al épico abogado Jimmy McGill, mejor conocido como Saul Goodman, y que conforme avanza la serie, aparecen nuevos protagonistas como el ya conocido Mike Ehrmantraut, interpretado por Jonathan Banks.

Pero venga, no estoy para escribir los datos generales. Escribo esto porque siento la necesidad de expresar lo buena que es esta serie. Mucho se habla de Game of Thrones o Westworld, así como de The Crown o la misma Breaking Bad, pero ¿quién habla de Better Call Saul?

Desde que se publicó este último capítulo, las críticas por internet hablan de una serie “perfecta” ¿Lo es? En mi opinión y analizando lo que ha sucedido desde la primera temporada y cómo ha sucedido, creo que sí.

Better Call Saul no comienza tratando de colgarse de la historia de Breaking Bad. Al principio las cosas parecen un tanto ajenas y uno puede dudar que realmente se trate de una precuela. Jimmy McGill es un abogado que acaba de obtener su título y busca cómo ganarse un lugar en el despacho de su hermano, un despacho de esos grandes que han ganado fama a nivel estatal.

Durante la serie veremos cómo Jimmy McGill se transforma hasta ir tomando la forma, poco a poco, del abogado que ya conocíamos muy bien en Breaking Bad. 

Pero es que no es perfecta esta serie sólo por presentarnos la génesis de un personaje secundario de la aclamada serie protagonizada por Cranston. En Better Call Saul, poco a poco se introducen personajes igual de interesantes para lograr un balance, unos ya conocidos que nos sacan una sonrisa por volverlos a ver, cómo el ya mencionado Mike, o Héctor Salamanca y el amado pero odiado Gustavo Frings, o los nuevos que formaron parte de la vida temprana de abogado de Jimmy, como Kim, su hermano Chuck o la mano derecha del narcotraficante mexicano, Nacho Varga.

Los personajes antes mencionados no están para hacer el trabajo de “Fan service”, realmente tienen un propósito en la historia, y los personajes nuevos igual, siempre aportan algo. Puede ser que durante las primeras temporadas uno piense que las historias son ajenas y no tienen nada que ver, pero si ya viste Breaking Bad y le tienes suficiente paciencia a esta, entenderás que todas las historias están ligadas y hay un objetivo general.

Ningún personaje sobra. Y este es otro acierto de la serie. Parece tener un toque minimalista que la envuelve. Los personajes son los mínimos necesarios, al igual que sus acciones y diálogos, no es una serie que desarrolle escenas para rellenar el tiempo. Al igual que esto mencionado.

Y hablando de este halo minimalista que envuelve a la serie, es necesario mencionar el papel que juega la fotografía. Esta tiene una gran influencia de las tomas que se hacían ya en Breaking Bad, situando la cámara en lugares no comunes como objetos al azar dentro de una habitación, dándole al espectador una perspectiva de más intimidad con los personajes.

Pero el mayor acierto de la fotografía en esta serie es el lograr envolver la simpleza y del desierto. El mayor triunfo del minimalismo en la naturaleza (Whatever that means). El desierto es un personaje más, no es sólo un paisaje al fondo. El desierto es personaje, pero los personajes también son desiertos.

Y con el final de temporada se cierran de nuevo todas las historias. Como seguidores de la primera serie podemos saber qué pasará con los personajes conocidos, pero ahí es cuando la serie logra otro punto a favor, ¿y qué pasa con los que acabamos de conocer y ya lograron ganarse un lugar en nuestra vitrina de personajes favoritos?

Aún no se confirma si habrá una cuarta temporada, pues según algunos artículos por la red, los números de raitings han bajado en Estados Unidos. Pero por el amor a la televisión (ooooy), ojalá que sí la haya.

Pero bueno, a final de cuentas y de manera muy general es eso lo que envuelve a la llamada serie perfecta. Un minimalismo que no recuerdo en otra serie de TV, ese uso mínimo de lo que se necesita para hacer una gran serie. Una serie que no abusa de los trucos para entretener al espectador con paja; el intro dura apenas lo necesario, están los personajes necesarios, la música apenas si se escucha en algunos capítulos, y todo esto en favor del desarrollo de la historia.

Si no han visto Better Call Saul, mírenla, nadie se puede arrepentir. Si ya la vieron ¿qué piensan? ¿hay alguna otra interpretación más allá de la que doy?

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