¿Quién se acuerda de Carlos Montemayor?

¿Y quién se acuerda de los que se acuerdan? me he preguntado en los últimos días. Tengo aproximadamente 4 meses trabajando en el archivo histórico de Carlos Montemayor y hoy he decidido contestarme esa pregunta.

Para quien no sepa quien fue, basta decir que es uno de los mayores escritores que ha dado el estado de Chihuahua. Parralense de nacimiento, Montemayor comenzó su carrera formalmente al ganar el Premio Xavier Villaurrutia con el libro "Las llaves de Urgell" en 1971. Desde ese día, hasta el día de su muerte, nunca dejó de escribir. Escribió más libros de cuentos, de poesía, novelas, tradujo obras clásicas del latín y del griego antiguo, fue un constante colaborador de La Jornada y sus libros y artículos se tradujeron a un sinfín de idiomas. El italiano y el inglés quizá los más conocidos, en alemán y francés tal vez los menos.

Y bueno, más allá de toda su obra, la cual es demasiada al punto de que seguimos encontrando textos inéditos, también fue un miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, probablemente el mayor reconocimiento que puede obtener un escritor en México, constante crítico político, activista de cierta manera y hasta cantante de ópera. Sí, Montemayor era un hombre de esos que llamamos "todólogo".

Carlos Montemayor entrevistando a Doña Herculana Adame, madre de un guerrillero que participó en el asalto al cuartel de Madera el 23 de septiembre (Foto tomada de La Jornada)

Pero no son sus premios y reconocimientos lo que hacen de él un escritor importantísimo para México, tampoco que hablara varias lenguas como dicen que hacía los que lo conocieron, y tal vez tampoco sea su talento como cantante o conversador lo que hacían de él un hombre tan valioso. El mayor valor de Carlos Montemayor fue su preocupación por los demás.

Este escritor que no dejó de trabajar hasta el día de su muerte, siempre estuvo preocupado por los movimientos sociales y aquellos que no tenían una voz. Desde sus primeros años como académico, pasó gran parte de su vida por la península yucateca recopilando las voces mayas, tratando de que no muriera su lengua e impulsándolos a escribir y publicar su obra en su lengua original. No sólo las voces mayas de Yucatán fueron su preocupación, sino todas las lenguas indígenas del país, de ello que posteriormente publicara antologías de poesía en lenguas indígenas como "La voz profunda" (2004) o sus libros de historia como "Los pueblos indios de México" (2000).


Pero conforme avanzaba en su edad, Carlos Montemayor maduraba en sus posturas políticas e ideológicas y en su escritura. Es por ello que, preocupado por los movimientos estudiantiles y guerrilleros de los años sesenta y setenta, comenzó a recopilar toda la información posible sobre partidos y grupos radicales que se oponían al gobierno.

Pero no sólo eso, Montemayor decidió, al igual que con los mayas yucatecos, darle una voz a todos los olvidados y comenzó a entrevistar a familiares y testigos de los guerrilleros de distintas zonas del país. Entre sus entrevistas encontramos a esposas, hijas y amigos de los participantes del asalto al Cuartel de Madera del 23 de septiembre, como también a familiares y conocidos de Lucio Cabañas, Genaro Vázquez Rojas y demás integrantes del Partido de los Pobres y otros grupos militares del sur de México. Producto de todo lo anterior son sus artículos para innumerables revistas de todo el mundo y sus novelas, siendo "Guerra en el paraíso"(1991) la más lograda y galardonada de todas.

Lucio Cabañas asesinado

Algunos años después, Montemayor encontraría en el EZLN su mayor fuente de "inspiración", si es que así le podemos llamar a lo que hace que un escritor tan prolífico lo sea aún más. En la lucha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, Montemayor vio unirse sus dos mayores campos de investigación; los indígenas y los guerrilleros.

Desde años antes del 1ro de enero de 1994, Montemayor advertía que las guerrillas estaban lejos de haber terminado con el asesinato de Lucio Cabañas y otros líderes en distintas zonas del país. Sin embargo, las personas en el gobierno mexicano siempre negaron que México siguiera viviendo levantamientos armados en plena segunda mitad del siglo XX, décadas en las que veían a México como una posible potencia mundial. No obstante, Montemayor siempre atento a escuchar a los demás y buscar que no se olviden sus voces, tuvo razón y en 1994 México se vio amenazado, por lo menos durante los primeros días de ese año, a caer de nuevo en una gran revolución.

Integrantes del EZLN (Foto tomada de Aristegui Noticias)

Crítico a veces con el movimiento zapatista y otras no tanto, Carlos Montemayor nunca dejó de darle el gran valor humano que tenía como movimiento social al EZLN y a otros grupos y activistas que exigían una vida más digna.

A grandísimos rasgos ese fue Carlos Montemayor, que más allá de escribir poesía, novelas, cantar, viajar y comer bien (créanme, no cabe duda de que sabía comer), fue un hombre preocupado por la historia, pero más que nada, por la historia para servir al presente. Montemayor nunca dejó de darle un valor importantísimo a todas las voces del "México profundo", el México oprimido, injusto y olvidado.

Y es por ello que cierro como comencé; ¿y quién se acuerda de los que se acuerdan? Bueno, ese es trabajo nuestro ahora. Nosotros los que estudiamos letras, historia o cualquier cosa. Los que trabajamos en su archivo y ordenamos el caos de palabras que dejó en infinitas hojas amarrillas, libros, cassettes, DVDs, CDs, y cuanto se les ocurra. Nosotros los que queremos ser como él y escribir muchas novelas, ganar muchos premios y viajar por el mundo. Pero sobre todo y más que nadie, tenemos que ser nosotros los que también exigimos un mejor mundo. Nosotros los que también, de alguna u otra manera, vivimos oprimidos, ignorados, olvidados. Nosotros los nuevos rebeldes. Nosotros los nuevos. Nosotros.

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